Parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri

El denominado antiguo barrio de artesanos se desarrolló extramuros de la ciudad islámica. Parte de él estuvo habitado en época musulmana constituyendo el Arrabal de la Fuentecilla o Fontanella, del que Pulgar comentó que estaba cerrado por fuertes muros y muchas torres. Se distribuía entre la Puerta de Granada y la de Antequera hacia la zona sur y corría paralelo a la muralla, limítrofe en esta zona de muros almenados y, según el Idrisí, tenía una puerta que daba a la calle de la Victoria. En distintos planos de la Málaga musulmana recogidos por Guillén Robles o Emilio de la Cerda, aparece hacia la zona norte un recinto murado que era utilizado como ejido para pastar el ganado.

Con la llegada de los Reyes Católicos, determinados solares y propiedades de la zona más cercana a la muralla fueron cedidos a personal de servicio de los reyes, comenzando la remodelación de la misma. Asimismo se cedieron terrenos a las órdenes religiosas. Los primeros en asentarse fueron los Franciscanos que fundaron su convento en 1489, los Capuchinos en 1619 y los Filipenses que llegarían a instalarse en el siglo XVIII. 

La iglesia parroquial de San Felipe tiene sus orígenes en la generosa actuación de Antonio Tomás Guerrero Coronado, Conde de Buenavista, que tras enviudar por segunda vez decidió ordenarse sacerdote. Solía asistir a las meditaciones organizadas por la Escuela de Cristo, que por aquellas fechas carecía de sede fija. En 1719 adquirió unas casas para su retiro en la calle de Gaona, y contigua a éstas, en la plaza de Canteros, decidió construir una capilla que sirviese de sede a esta institución. En 1720 se iniciaron las obras, que acabaron en 1730., dedicándola a San Felipe, porque las meditaciones propugnadas por la Escuela de Cristo se hallaban en la misma línea que las de la orden filipense. La cesión incluía la capilla y su pequeña iglesia subterránea, la sacristía, bancos de nogal, un retablo dorado y las esculturas de San Felipe y San Francisco de Sales.

Esta primitiva iglesia de planta circular coincide con el espacio del presbiterio del templo actual, salvo en la orientación pues el altar mayor se ubicaba en el lado de la calle Gaona. A nivel del subsuelo se halla la capilla subterránea que se asignó a la Escuela de Cristo, con bóveda anular rebajada en torno a un soporte central.

El 11 de julio de 1739 partió desde la catedral una procesión con la imagen de San Felipe, que quedó custodiada en la nueva iglesia, en la que, al día siguiente se ofició la primera misa. Los ejercicios espirituales que organizaba la congregación filipense y las actividades de las numerosas instituciones pías que tuvieron sede en esta iglesia, explican que pronto resultase insuficiente y que necesitase una ampliación. Se ideó adicionar un nuevo cuerpo elipsoidal al ya existente, que pasaría a funcionar como presbiterio.

Las trazas iniciales fueron encargadas al arquitecto lucentino José de Bada y Navajas, aunque las obras las dirigió Antonio Ramos y las ejecutaron Joaquín Daniel y Antonio Cháez. Algunas características arquitectónicas del nuevo templo presentan similitudes con otras obras del arquitecto Felipe de Unzurrúnzaga, que ya había trabajado para el conde de Buenavista en la cripta y camarín de la iglesia de la Victoria.

 La construcción de la Iglesia dio lugar a una remodelación urbana de la zona, pues si bien la primitiva capilla quedaba integrada en el caserío, la extensión de la nave congregacional, que fue autorizada por el cabildo Municipal en 1755, supuso la ocupación por ésta de la primitiva plazuela de los Canteros y la compra y demolición de las casas que lo rodeaban para dejar despejado el volumen del templo. Así el trazado actual de las calles aledañas al templo sigue la misma distribución barroca que se marcó en el siglo XVIII. 

La iglesia es de planta octogonal con linterna sobre pechinas decoradas con hojarascas que envuelven unos tondos con pinturas atribuidas a Tiziano, y cubierta con una bóveda semiesférica con nervios y molduración geométrica. En uno de los lados se abre una pequeña capilla de planta casi cuadrada cubierta con bóveda de medio cañón que fue la primitiva  capilla mayor, ocupada en la actualidad por la Orden Tercera de Siervos de María que se estableció en esta iglesia en 1739. Posee cripta o capilla subterránea con desarrollo cilíndrico y ocupa la misma extensión que la superficie. 

La iglesia en su fase final -1778- puede responder a un proyecto de Ventura Rodríguez que no supuso gran variación sobre lo ya realizado y sería ejecutado por José Martín de Aldehuela. Se abrió al culto en 1785.

El mayor interés de la iglesia de San Felipe reside en la original combinación de dos espacios centralizados y en la riqueza de su sugerente volumetría interior. Ambos cuerpos pertenecen a momentos cronológicos y autorías distintas, la decoración interior ha tratado de unificar el conjunto. La composición interior parte de pilastras pareadas y cajeadas que sustentan un volado cornisamento, que protegido por una reja queda convertido en una galería que recorre todo el perímetro interior del templo. Este esquema se repite en un segundo cuerpo que se superpone a modo de tambor y en el que se abren los amplios ventanales que iluminan el interior. Sobre la cornisa superior, descasan las dos cúpulas, semiesférica la del actual presbiterio y oval la del cuerpo congregacional, decoradas con baquetones en disposición mixtilínea la primera y sencillos nervios que compartimentan la segunda en casquetes curvos alternados rítmicamente.

     En el estrangulamiento que individualiza ambos espacios, un medio punto ejerce como arco toral, recortado en su clave por la curvatura de los dos espacios centralizados, un símbolo muy querido por los filipenses, el triángulo con el ojo de Dios sobre haz de rayos, que centra una filacteria con la oración de Moisés recogida en el salmo 89: DOMINE REFUGIUM FACTUS ES NOBIS A GENERATIONE IN GENERATIONEM (Señor, tú has sido nuestro refugio, de generación en generación). La bóveda elíptica que cubre este espacio congregacional, apoyada en luminosa linterna, está surcada por sencillas nervaduras que surgen de un espléndido medallón de rocalla.

   Sobre el balcón del coro, un escudo de la orden filipense es el único resto de la caja de órgano que realizó José Martín de Aldehuela.

  A través de una puerta abierta en la decorada jamba derecha del arco toral se llega a la sacristía, empezada a construir en 1796, atribuida a Martín de Aldehuela. Es un espacio rectangular muy funcional.

A sus pies se dispone un cuerpo rectangular en disposición transversal al eje del templo con cuyos extremos se yerguen las dos sobrias torres que flanquean la fachada principal del templo, siguiendo una fórmula muy habitual en Ventura Rodríguez, aunque su ejecución pertenece ya a Martín de Aldehuela. Entre ambas se sitúa la portada principal, realizada en piedra arenisca rojiza y que se resuelve mediante la superposición de dos cuerpos integrados por pilastras cajeadas, arco de medio punto, cornisa sobre ménsulas y frontón partido. La hornacina del cuerpo superior acoge la figura de San Felipe mientras que el escudo del conde de Buenavista remata el conjunto. A ambos lados, sendos cestos con frutas, habituales en el repertorio de Aldehuela, se rematan con óculos ovales que iluminan el coro. Las dos portadas laterales, se muestran más avanzadas en cuanto a estilo

 El templo fue erigido en parroquia el 8 de agosto de 1841.

Las filtraciones y problemas de humedad, agravados durante los últimos años, dieron pié a una actuación conjunta de la Consejería de Cultura y el Obispado, que saneó las cubiertas. Por su parte, el Instituto Municipal de la vivienda ha sufragado una actuación en las fachadas que han permitido recuperar las pinturas murales que decoraban sus muros, devolviendo al edificio su antiguo esplendor e imagen original.

En su interior se encuentra la capilla de la Archicofradía de la Sangre con las imágenes del crucificado, obra de Francisco Palma Burgos y la Virgen de Consolación y Lágrimas, talla de vestir del siglo XVIII atribuida a Fernando Ortiz y transformada por Álvarez Duarte. Un altar con un Ecce-Homo en barro policromado del siglo XVIII, de buena calidad. La capilla de la Orden Tercera de Siervos de María, con un retablo realizado en el siglo XX con materiales de acarreo, talla dorada del siglo XVIII, siendo presidido por la Virgen de los Dolores (Servitas), imagen de vestir de Fernando Ortiz. En una capilla vecina está la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, imagen de Dubé de Luque, titular de la Hermandad de la Santa Cruz. 

 El martes 14 de septiembre de 2010, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, titular de la Parroquia, se iniciaban las obras de restauración del que posiblemente sea el templo barroco por excelencia de Málaga. 

 Durante quince meses la empresa Obras y Restauraciones Picasso ORP ha ejecutado el proyecto del arquitecto técnico del Obispado, Pablo Pastor Vega, que ha contado con una inversión de 600.000 euros, para que la iglesia recobrara el esplendor dieciochesco de antaño.

La capilla subterránea del Conde de Buenavista ha sido impermeabilizada para evitar las inundaciones y humedades que sufría y ha sido recuperada para el culto, la piedra del altar ha sido donada por el Seminario Diocesano, en ella se ha instalado la talla restaurada de un crucificado del siglo XVI. En un espacio anteriormente en desuso se ha habilitado un columbario con 132 nichos para las cenizas de los difuntos.

Otras de las reformas han consistido en la ampliación del cancel de madera de la puerta principal de la iglesia en 40 centímetros para facilitar que las maniobras de salida y entrada de los tronos se puedan hacer con mayor holgura.

En la zona primitiva de la iglesia, la del presbiterio, lucen seis tablas de grandes dimensiones pintadas por Raúl Berzosa. Los dos óleos centrales recrean la vida de San Felipe Neri: Éxtasis de San Felipe y La visión de la Virgen María. Las cuatro restantes son escenas de la Resurrección de Cristo: La cena de Emaús, La aparición de Cristo a María Magdalena, La incredulidad de Santo Tomás y Aparición en Galilea.

 El tabernáculo del altar mayor, realizado por el arquitecto José Martín de Aldehuela en 1790, también ha cambiado su imagen, siendo coronado por la escultura de la fe, destruida en 1931, que luce los atributos característicos (cáliz, cruz y venda) obra de Raúl Trillo y Salvador Lamas realizada en madera policromada y estofada. Ellos también son los autores de dos ángeles colocados en las columnas laterales del altar mayor, ambas tallas recrean el estilo escultórico de Fernando Ortiz. También es nueva la escultura del crucificado del interior del baldaquino y la de San Felipe Neri que luce el color burdeos original para la casulla y el bonete en el pie en referencia a la Orden Filipense.

Enrique Salvo Rabasco ha restaurado las piezas antiguas que se conservaban en la iglesia, el crucificado del XVI y la cruz original con remates en pan de plata, que presiden el altar mayor de la capilla subterránea, un crucificado del XVIII para la sacristía, un San Juanito del XVIII, que se ha instalado en la nueva capilla bautismal, abierta al pie de la torre que ocupaba nuestra Hermandad, un cuadro del XIX, copia del Pasmo de Sicilia, obra del pintor renacentista Rafael, colgado donde antes estaba el altar de Salutación, debajo de una Inmaculada, y el Cristo de los Afligidos, terracota policromada del XVIII.

En la nave central y sobre los altares de las cofradías y de San Felipe, figuran unos tondos con los retratos de los cuatro Profetas Mayores del Antiguo Testamento: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, obras de Raúl Berzosa.

Los altares que albergan las imágenes de las Cofradías de la Sangre, Santa Cruz y Salutación, han sido reformados y unificados en su diseño según fotografías que se conservan en el archivo Temboury, dotándolos con unas hornacinas de arco de medio punto y fondo de mármol rojo.

 

En el caso del de nuestra Cofradía se ha pasado de ocupar, desde la bendición de la Virgen del Patrocinio en mayo de 1986, un altar en la parte trasera del presbiterio, en la primitiva capilla mayor,  a ubicarnos en la antigua capilla de la Sagrada Familia,la primera del Evangelio, a los pies de la Iglesia.